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Diario de nuestro viaje a Bélgica y Holanda

Generalidades

En los desplazamientos largos, utilizamos siempre las autopistas. En Francia son de peaje igual que en España, pero en Bélgica y en Holanda son gratuitas. Entre Bélgica y Holanda, no hay puestos de control fronterizo, por lo que al pasar de un país a otro lo único que se advierte, es un cartel que lo indica, como cuando en España se pasa de una comunidad autónoma a otra.


Bruselas
El aparcamiento es muy caro (el más caro que yo haya conocido). Para hacerse una idea, un día completo en un aparcamiento subterráneo en Bruselas cuesta alrededor de 35 euros, y en Ámsterdam lo más barato que encontramos después de perder dos horas intentándolo fue 45 euros. En ninguna ciudad o pueblo por pequeño que fuera, hay aparcamientos en la calle que no sean de pago. Los hay exclusivos para residentes con tarjeta y el resto son zona azul a un precio que oscila de dos a cuatro euros la hora. En Rotterdam nos encontramos con que los parkímetros de la zona azul solo se podían abonar con una tarjeta especial, que obviamente no llevábamos, por lo que tuvimos que buscar aparcamientos cerrados para poder dejar el coche.

Por otra parte es impensable dejar el coche sin pagar en una zona azul, pues está muy vigilado y se pasean por la ciudad furgonetas de la policía con cepos (aquí en España creo que ya no existen), para inmovilizar los vehículos de los infractores.


El ciclista es sagrado en la calle
Otro tema a tener en cuenta si se circula en coche por Bélgica y sobre todo por Holanda son las bicicletas. Es un vehiculo muy popular y utilizado, (supongo que entre otras razones por las mencionadas antes del aparcamiento) que las hay a miles, que circulan de forma totalmente anárquica, por aceras, zonas peatonales, calles de dirección única pero en sentido contrario (allí está permitido), y sus propios carriles bici, y que tienen siempre prioridad (que se cuiden los peatones de ellas). Me recuerda un estatus como el que deben de tener las vacas sagradas en la India. Al conducir en coche por allí, hay que ir con un cuidado excepcional para no llevarse a alguna bicicleta por delante.

A todo lo anterior hay que añadir la cantidad de zonas peatonales que hay, que en algunas ciudades como Ámsterdam tienen tranvías que circulan entremezclados con los coches, de forma que a veces hay que circular delante o detrás de ellos y otras tienen sus espacios reservados y prohibidos al tráfico de coches, y que hacen el transitar en coche sea una labor realmente complicada.